Cada año, cuando el calendario marca el 2 de enero, Granada se convierte en el epicentro de la memoria histórica de España. Esta fecha conmemora la Toma de Granada en 1492, el momento exacto en el que el rey Boabdil entregó las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. Este acto no solo marcó el fin de una era, sino que selló el destino de la ciudad como el lugar de descanso eterno de los monarcas, vinculando para siempre esta efeméride con la majestuosa Capilla Real.
Una decisión escrita en la historia
La conexión de Isabel y Fernando con Granada fue tan profunda que la reina dejó estipulado en su testamento, firmado en Medina del Campo, su deseo expreso de no ser enterrada en las grandes catedrales de Toledo o Valladolid, sino aquí, en Granada. Como ya hemos explorado en artículos anteriores sobre los mausoleos y la cripta, la Reina Católica deseaba una sepultura sencilla, "baja y sin adorno". Sin embargo, la historia y la devoción de su nieto, el emperador Carlos V, nos legaron el imponente monumento funerario de mármol de Carrara que hoy preside el crucero y que constituye una de las cumbres del arte funerario renacentista.
El ritual del 2 de Enero: La Tremolación del Pendón
El simbolismo de esta fecha cobra vida cada año con un ritual único que conecta el Ayuntamiento con la Capilla Real. Durante la celebración del Día de la Toma, tiene lugar la tradicional tremolación del pendón. El estandarte real original es trasladado y ondeado ante las tumbas de los Reyes Católicos en el interior de la Capilla. Es un gesto solemne que rinde homenaje a la unificación de los reinos y que mantiene viva la memoria de aquel enero de 1492, atrayendo a miles de granadinos y visitantes.
Un lugar de encuentro con la historia
Visitar la Capilla Real en estas fechas no es solo admirar el arte gótico isabelino o las invaluables obras maestras de la colección flamenca de la reina (con obras de Botticelli o Van der Weyden); es entender por qué Granada fue elegida como el corazón espiritual del nuevo reino. En su interior, la sobriedad de la cripta donde reposan los féretros de plomo contrasta con la espectacularidad de los cenotafios superiores y la grandiosa Reja Mayor, creando una atmósfera de respeto y solemnidad única en el mundo.
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