El enclave en el que se encuentra ubicada la iglesia de San Nicolás, cuenta con un gran valor histórico. Nos referimos a la Granada íbera, asentada en la colina de San Miguel, entorno de la actual Iglesia de San Nicolás, desconocemos su extensión pero si podemos saber que era una de las ciudades más importantes de la comarca, puesto que desde el siglo III a.C. sabemos que acuñó moneda. El hisn (recinto fortificado musulmán) quedaría conformado en el siglo VIII, consolidando el núcleo preexistente de la ciudad Íbera, ampliado durante la etapa hispano- romana, sirviendo de refugio al retén allí destinado para controlar a la población. Será la dinastía zirí del siglo XI quien amplíe el núcleo urbano con el recinto amurallado de la Alcazaba Qadima, donde se concentró la elite zirí de la Granada islámica, futura capital del reino nazarí. Se ocuparon antiguos edificios y fortificaciones de época ibero-romana.
El templo de San Nicolás es una de las primeras iglesias mudéjares de Granada. Aunque muy transformada desde sus orígenes, el inmueble es aún hoy una manifestación gótico-mudéjar que se desarrolló por mandato de los Reyes Católicos y que fue evolucionando a lo largo del siglo XVI por las influencias del mudéjar-renacimiento. En el siglo XIX sufre diferentes destrucciones como el impacto de un rayo en 1828, teniendo que ser reconstruida por los grandes daños causados. Al igual que en 1931, sufrió innumerables daños quedando prácticamente destruida, a excepción de los muros perimetrales, cubierta y torre.
Un hito fundamental en el Albaicín y para la ciudad de Granada, es la torre de planta cuadrada y líneas puras que se levanta a modo de alminar. Es el elemento arquitectónico de la iglesia de San Nicolás que menos transformaciones ha sufrido, siendo ejemplo de la corriente ejercida por la cultura hispanomusulmana en los primeros tiempos de la reconquista. Desde ella podemos disfrutar de una panorámica de Granada y la Alhambra inigualable.