Gonzalo Fernández de Córdoba, más conocido como El Gran Capitán, fue un militar español del S.XV. A él se le atribuye el mérito de haber formado el primer ejército profesional de España. Además de ser un gran soldado, otras cualidades que se destacaban era su compasión y bondad.
De hecho, Boabdil, el último rey musulmán que tuvo Granada, se rindió ante el Gran Capitán y acabó siendo su amigo, algo que nos deja entrever la gran persona que era Gonzalo Fernández de Córdoba.
¿Te gustaría conocer la historia de El Gran Capitán y su relación con el Monasterio de San Jerónimo de Granada? ¡Quédate a leer este post, te mostramos todo lo que debes saber a continuación!
Gonzalo Fernández de Córdoba nació en Montilla, Córdoba, el 1 de septiembre de 1453, en el seno de una familia de alta aristocracia andaluza, los Aguilar y Fernández de Córdoba.
A la edad de doce años, fue llevado a la Corte como paje del Infante Alfonso, futuro rey Alfonso XII. Desde ese momento sirvió a la Corona con gran lealtad y humildad.
Así, durante la conspiración contra la Corona, donde Isabel La Católica lucha por el trono, el fiel Gonzalo Fernández de Córdoba la defendió con su habilidad con la espada y la estrategia militar.
Este hecho hizo que Isabel lo ascendiera y lo convirtiera en su hombre de confianza en el campo de batalla. Por ello, cuando a finales de siglo los Reyes Católicos deciden emprender la reconquista del reino de Granada, en el ejército que se encargaría de tal tarea se encontraba el Gran Capitán.
Los Reyes Católicos encomendaron a El Gran Capitán varias embajadas para que negociara con el rey Boabdil, con el cual tenía relaciones de amistad.
Gonzalo Fernández de Córdoba supo combinar soldados, caballería e infantería de forma magistral. Así, sus servicios prestados durante aquellas campañas fueron premiados con la Orden de Santiago y otras rentas y señoríos.
A partir de 1489 se inició la redacción de las Capitulares de rendición de la ciudad y el reino, donde El Gran Capitán intervino gracias a su conocimiento del árabe y su amistad con Boabdil. Durante el desarrollo de la estrategia, no dudó en ser el primero en subir la muralla del enemigo para apresar en Loja al Rey nazarí.
Una vez derrotadas las fuerzas enemigas, el rey Fernando le delegó establecer con Boabdil los términos del tratado de rendición de la ciudad en 1492.
Gonzalo Fernández de Córdoba, fiel a las Coronas de Castilla y Aragón, cuando Carlos VIII de Francia decidió invadir Italia, fue en defensa del estandarte de Fernando el Católico, acudiendo en ayuda del rey de Nápoles, Fernando II.
El rey de Nápoles, que había desembarcado en las costas de Calabria, se unió a El Gran Capital para ocupar la ciudad de Reggio. La campaña de ambos continuó con éxito hasta que finalmente las fuerzas aliadas fueron derrotadas en Seminara.
Sin embargo, la zona norte quedó en manos de los franceses, quienes opusieron una gran resistencia. Pero, en julio de 1496, Federico I, quien había sucedido a Fernando en el trono de Nápoles, solicitó la ayuda de Fernández de Córdoba para atacar y derrotar a los franceses.
El Gran Capitán volvió a emplear su sabiduría para reformar los ejércitos, disciplinarlos y modernizarlos, pudiendo estar a la altura de la misión encomendada. Así, el general francés se vio obligado a retirarse.
El Gran Capitán hizo que reconocieran a Fernando el Católico como rey de Sicilia y gobernó en su nombre. Sin embargo, tras unos años, el entendimiento entre ambos comenzó a debilitarse y finalmente Fernández de Córdoba fue obligado a regresar a España.
Así, se estableció en Loja, el pueblo de Granada que le dio la fama, junto a su familia y lejos de la Corte. Fue en 1515, debido a unas extrañas fiebres, cuando murió Gonzalo Fernández de Córdoba, considerado el creador del ejército profesional español e impulsor de la infantería.
Tras la muerte de Gonzalo Fernández de Córdoba, sus restos reposaron de forma temporal en el desaparecido convento granadino de San Francisco hasta que fue trasladado al Monasterio de San Jerónimo de Granada tras el permiso de Carlos I en 1522.
A los pies del gran retablo de la Capilla Mayor de la Iglesia de San Jerónimo, mandada hacer en estilo renacentista por doña María de Manrique, Duquesa de Sessa, para que sirviera de panteón de su esposo, se encuentran las estatuas orantes de El Gran Capitán y su esposa, ambos ataviados como quisieron ser recordados para ganarse al gloria eterna.
Asimismo, al pie de la larga escalinata que sube al altar mayor, descansan sus restos en una cripta, bajo una lápida de mármol donde podemos leer:
“Los huesos de Gonzalo Fernández de Córdoba, que por su gran valor consiguió para sí el sobrenombre de Gran Capitán, están confiados a esta sepultura hasta que al fin sean restituidos a la luz perpetua. Su gloria no quedó sepultada con él”.
En dicha cripta también reposa su esposa y varios familiares, con más de 700 trofeos de guerra.
Si te gustaría conocer en primera persona el Monasterio de San Jerónimo, puedes adquirir tus entradas en la web oficial de venta de tickets de la Archidiócesis de Granada. ¡Déjate sorprender por este increíble monumento!